Félix Solís Avantis ultima su desembarco en Chile
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Chile es reconocido como uno de los principales productores de vino del mundo, no sólo por su calidad, sino también por su variedad. De todas las variedades cultivadas, el Carmenere es la más emblemática y representativa del país. No hay que olvidar que, aunque es la más representativa, no es la que tiene mayor extensión de viñedos, que corresponden a Cabernet Sauvignon para uvas tintas y Sauvignon Blanc para uvas blancas. La uva Carmenere, sin embargo, ha logrado una identidad propia en Chile y ha conquistado el mundo.
La uva es originaria de Francia, en la zona de Burdeos. En el siglo XIX, la epidemia de filoxera casi acabó con todos los viñedos de este país, obligando a los viticultores a empezar de nuevo con sus plantaciones de Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Carmenere. Sus esfuerzos dieron resultado y la mayoría de las vides consiguieron resurgir, pero la Carmenere no pudo adaptarse a las frías lluvias de primavera y principios de otoño de Burdeos y se extinguió.
Sin embargo, en 1850, una década antes de la plaga de la filoxera, emigrantes europeos trajeron a Chile algunas cepas de Carmenere. La cepa se plantó junto a Merlot y Cabernet y durante años el Carmenere se comercializó como estas dos variedades. Esto cambió a finales de los años noventa, cuando se descubrió con gran sorpresa que un tipo de Merlot producido en Chile no era un Merlot, sino un varietal de Carmenere. A partir de entonces los enólogos chilenos comenzaron a desarrollarlo tal y como lo conocemos hoy.
Los valles más emblemáticos para el Carmenere son Colchagua, Maipo y Maule. El primero tiene una gran extensión de hasta 3.600 hectáreas y es considerado el corazón del Carmenere chileno, posee un clima mediterráneo ideal y diversos suelos que permiten a esta uva desarrollar una complejidad aromática y un cuerpo robusto. El Valle del Maipo tiene 709 hectáreas y, aunque es conocido por su Cabernet Sauvignon, también produce un excelente Carmenere. Los suelos de este valle, con mayor presencia de arena, confieren a los vinos elegancia y sutileza. El Valle del Maule, con 2.201 hectáreas, aunque menos conocido, se perfila como una de las regiones más relevantes. Los vinos de esta zona suelen tener un carácter más rústico y terroso, con notas de especias y hierbas.
Los vinos Carmenere más jóvenes tienden a ser más afrutados, mientras que los más viejos desarrollan sabores más complejos. En general, estos vinos tienen un intenso color rojo oscuro, con tonos púrpura. En nariz, ofrecen una amplia gama de aromas, desde frutas rojas maduras, como cerezas y ciruelas, hasta notas especiadas y herbáceas, como pimienta negra y pimentón. Su sabor es una combinación de fruta negra madura (ciruelas, moras), fruta roja (cerezas, frambuesas) y notas especiadas (pimienta, tabaco). Sus vinos se caracterizan por ser elegantes, de cuerpo medio a alto, con taninos suaves y un final largo y persistente.
Son vinos versátiles que maridan bien con una gran variedad de platos, desde carnes rojas a la parrilla, verduras asadas, platos especiados o incluso quesos curados.
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